(Por Martina Musso). El 2 de abril es otro día de ejercicio de la memoria. Hoy se cumplen 38 años de uno de los combates más hostiles de la historia argentina, la Guerra de las Malvinas. Una lucha por la soberanía que comenzó hace muchos años y que en 1982 tuvo un desenlace especial. El gobierno militar de entonces que había asaltado el poder el 24 de 1976 cometió la locura de propiciar una guerra. Un conflicto que cobró la vida de miles de jóvenes que hoy recordamos como héroes (sino víctimas del colonialismo del siglo XXI)
En el campo de batalla todo produce dolor. El viento traspasa el abrigo y golpea las áreas donde la agrietada piel asoma. El frío lastima la cara, el cuello, las muñecas y los tobillos. Los ojos, acostumbrados a la intensa oscuridad de la trinchera, arden ante el mínimo rayo de sol que se asoma. El estómago cruje cuando se acaban las provisiones, los oídos zumban alertas –y hartos- por los continuos estruendos, las mentes alucinan, los corazones extrañan.
En el campo de batalla se anhela pisar el suelo sin temor a que vuele en pedazos debajo de los pies; se anhela una superficie algo menos rígida que la tierra para descansar un par de horas. Se sueña calor, silencio, justicia. Se ansía que todo termine.
La memoria colectiva nos cuenta que el desarrollo del conflicto se dio en contexto de dictadura argentina. Hacia 1981, en las calles seguía desapareciendo gente; en los centros clandestinos de detención continuaba la tortura.
Para diciembre de ese mismo año la Junta Militar ya preparaba la posteriormente conocida como Operación Rosario, cuyo fin era el de recuperar el control de las islas Malvinas. Estas, junto a las islas Georgias y Sandwich del sur, constituían el territorio usurpado por Reino Unido en 1833. Finalmente, el 2 de abril del año siguiente, la invasión se materializó para anexionar dichas islas a la República.
El gobierno de Margaret Tatcher contó con una expedición exponencialmente superior a la argentina, logrando su derrota en batallas y combates. Contó también con la falta de preparación de las Fuerzas Armadas Argentinas y el apoyo de los Estados Unidos y la OTAN.
Después de 74 días de enfrentamiento, las tropas argentinas anunciaron su rendición, y las Islas quedaron, una vez más y hasta el día de hoy, en manos inglesas.
Sin embargo, las mayores pérdidas no son territoriales, sino humanas. La guerra que obligó a miles de jóvenes –algunos, casi adolescentes- inocentes a pelear por intereses territoriales, no supo devolver nuestros derechos sobre ellos, y se cientos de esas vidas.
Las heridas permanecen abiertas. La memoria también.
Comenzamos cavando como si
fuera nuestra propia tumba
Pero cuando el cielo escupía fuego
nos dábamos cuenta
que era un buen hogar
después de todo
Gustavo Caso Rosendi
38 Años de la Guerra de las Malvinas.
En el campo de batalla todo produce dolor. El viento traspasa el abrigo y golpea las áreas donde la agrietada piel asoma. El frío lastima la cara, el cuello, las muñecas y los tobillos. Los ojos, acostumbrados a la intensa oscuridad de la trinchera, arden ante el mínimo rayo de sol que se asoma. El estómago cruje cuando se acaban las provisiones, los oídos zumban alertas –y hartos- por los continuos estruendos, las mentes alucinan, los corazones extrañan.
En el campo de batalla se anhela pisar el suelo sin temor a que vuele en pedazos debajo de los pies; se anhela una superficie algo menos rígida que la tierra para descansar un par de horas. Se sueña calor, silencio, justicia. Se ansía que todo termine.
La memoria colectiva nos cuenta que el desarrollo del conflicto se dio en contexto de dictadura argentina. Hacia 1981, en las calles seguía desapareciendo gente; en los centros clandestinos de detención continuaba la tortura.
Para diciembre de ese mismo año la Junta Militar ya preparaba la posteriormente conocida como Operación Rosario, cuyo fin era el de recuperar el control de las islas Malvinas. Estas, junto a las islas Georgias y Sandwich del sur, constituían el territorio usurpado por Reino Unido en 1833. Finalmente, el 2 de abril del año siguiente, la invasión se materializó para anexionar dichas islas a la República.
El gobierno de Margaret Tatcher contó con una expedición exponencialmente superior a la argentina, logrando su derrota en batallas y combates. Contó también con la falta de preparación de las Fuerzas Armadas Argentinas y el apoyo de los Estados Unidos y la OTAN.
Después de 74 días de enfrentamiento, las tropas argentinas anunciaron su rendición, y las Islas quedaron, una vez más y hasta el día de hoy, en manos inglesas.
Sin embargo, las mayores pérdidas no son territoriales, sino humanas. La guerra que obligó a miles de jóvenes –algunos, casi adolescentes- inocentes a pelear por intereses territoriales, no supo devolver nuestros derechos sobre ellos, y se cientos de esas vidas.
Las heridas permanecen abiertas. La memoria también.
Comenzamos cavando como si
fuera nuestra propia tumba
Pero cuando el cielo escupía fuego
nos dábamos cuenta
que era un buen hogar
después de todo
Gustavo Caso Rosendi
38 Años de la Guerra de las Malvinas.
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