Siempre me gustó hacer un
análisis reflexivo de la realidad. La única verdad, para quienes abrazamos
ideologías básicas de vida que hoy podrían ser vistas como arcaicas pero que,
como lo son los refranes, volverán como certezas inclaudicables para el asombro
de aquellos que al escucharlas supongan que son revelaciones absolutas.Walter Di Giuseppe
Quizás toca pedir disculpas, como
otrora Fierro, ya que no es para mal de ninguno sino por el bien de todos, o
quizás por el léxico, como siempre me pide mi amigo Marcelo, para que baje a la
tierra porque no se entiende; pero bueno valgan las disculpas ya que seguiré
siendo yo, y cada vez más perdonado y más Diyu.
Sigo corriéndome para verlo desde
afuera, con la tranquilidad de saber que lo predije. No era tan difícil de
pronosticar nuestro futuro. Por lo menos en lo que a mí me toca, crecí
políticamente tarareando que siempre unidos triunfaríamos, viendo a la Democracia como un bastión ante el avasallamiento de los derechos de mi
infancia, y al costado también viendo a mis amigos adversarios que pensaban parecido y creciendo ellos al compás de adelante sin cesar y un triunfo
radical.
Que emoción escuchar a quienes
pude ver y conocer a lo largo de mi vida política. Que hombres y mujeres de
coraje y honor. Lamentablemente también empecé a ver su decadencia. La
violencia y la corrupción. El gran sillón de soledad en el poder, con su paranoia
y egocentrismo como flancos a derecha e izquierda.
Hoy me lamento al ver que a nadie
le importa nada. La no política fue la bandera de muchos, y así se fueron
perdiendo las ideologías, cuestionamientos de antes hoy son moneda común, puedo
ser celeste, azul, bordó, amarillo, violeta o todos juntos. Ganando espacios
desde escenarios “espectaculares”, sin ser alguien sino algo, porque lo
importante no era si hablaban mal, lo importante era que hablaran. Cuanta
miseria, en todo sentido. Cuanta falta de cultura… Diógenes. Solo me regocijo
en saber, como dijera en mi primer párrafo, que este bumerang les volverá para
golpearlos fuertemente. Para volverlos a hacer rodar, y en ese andar cíclico
volver a comenzar. Despacio, con mucho más cuidado, desde la sinceridad
absoluta y desde la autonomía conceptual de los valores. No todo se habrá
perdido, por más que quieran quemar las bibliotecas como en Alejandría o
Sarajevo, seguirán y seguirán resurgiendo.
Mientras tanto solo saber que
estamos preparados, más lentos, más prudentes, más reflexivos… y claro, más
viejos, y ojalá que de algún modo más sabios.
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